El médico debe saber lo que hace, cómo lo hace y hacerlo siempre con amor.
Paracelso
La relación médico-paciente siempre ha sido una cuestión de confianza, dónde el paciente ha aceptado tácitamente una relación de ayuda por parte del médico ante un problema de salud. Sin embargo, actualmente asistimos a un cambio o transformación en los roles que se adoptan tanto por parte del médico como del paciente.
El médico es un profesional sanitario con vocación de servir, acritud compasiva y espíritu de ayuda hacia la persona que está enferma o sufre. A partir de ese principio, estudia una larga y compleja carrera científica para conocer en profundidad tanto el funcionamiento del cuerpo humano como sus potenciales patologías y sus alternativas de tratamiento. El vasto conocimiento que esta disciplina genera ha creado de forma paulatina la necesidad de especializarse e incluso superespecializarse en un área muy concreta del saber médico. Esta fragmentación del conocimiento y experta es lo que nos ha permitido llegar a una medicina de excelencia desde el punto de vista académico, técnico y práctico impensable hace tan sólo unas décadas.
- El paciente es aquella persona que padece una enfermedad. Puede encontrarse asintomático o con un cortejo de síntomas o molestias que perduran en el tiempo, atravesando así el proceso de enfermar y que le llevan a la determinación de pedir ayuda o consultar con un médico. En este punto se inicia la relación médico-paciente y a través de ella girará en gran parte todo el proceso diagnóstico-terapéutico.
En la atención de los enfermos hemos señalado, un
aspecto primordial es la relación médico-paciente, cuyas bases se encuentran en los principios mismos de
la bioética.
La relación médico-paciente es el contrato,
generalmente no escrito, establecido por personas autónomas libres de iniciar, continuar o romper esta relación.
En la interacción del enfermo con el médico y el equipo
de salud, basada en la comunicación y la disposición
para conseguir objetivos comunes, como son la prevención de enfermedades, preservación y recuperación
de la salud, con rehabilitación y reintegración al núcleo
familiar, social y en ocasiones laboral, existen varios
modelos de relación médico-paciente; cuatro son los
más importantes y comúnmente aceptados.
- Modelo paternalista
En el que prevalece la actitud autoritaria del médico que
dirige las acciones, indica y/o realiza los procedimientos
diagnósticos terapéuticos, mientras que el enfermo sólo
acata las indicaciones, sin que se tomen en cuenta su
opinión, dudas o temores. Es una relación tipo sujeto-objeto en la cual, aunque se trata de beneficiar al enfermo,
no se respetan su autonomía, su libertad, su capacidad
y derecho a decidir. Este modelo es frecuente en México
y países latinoamericanos, sobre todo en el medio rural.
- Modelo dominante
En contraste con el anterior, es el enfermo quien, de
acuerdo con sus conocimientos o bien por la información
obtenida, pide o exige que, de acuerdo con el diagnóstico
establecido, se realicen determinados procedimientos
diagnóstico-terapéuticos. Es una relación tipo sujeto objeto que suele ocurrir cuando el médico tratante tiene
poca experiencia. En estos casos el abuso de autonomía
del enfermo puede ser perjudicial
- Modelo de responsabilidad compartida
En este modelo se establece una buena comunicación,
se informa al enfermo y la familia, lo referente a su enfermedad, el diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico,
así como la posibilidad de complicaciones. Se aclaran
sus dudas y se trata de disipar sus temores; se discuten
las alternativas y en forma conjunta se toma la mejor
decisión. En este modelo intervienen la autonomía, la
libertad y el juicio del paciente, en relación a lo que quiere
o lo que espera, todo ello bajo la orientación del médico
tratante. Es una relación tipo sujeto-sujeto, por lo que
debe ser deseable tratar de implementarla.
- Modelo mecanicista
En él la atención se lleva a cabo de acuerdo con disposiciones administrativas estrictas; se siguen protocolos
de manejo rígidos, el enfermo no elige al médico tratante y no siempre es atendido por el mismo médico lo cual
interfiere en la relación médico-paciente. El exceso de
burocracia y trámites administrativos retarda el tratamiento y deteriora la relación, que es de tipo sujeto-objeto.
Este modelo es frecuente en la medicina institucional,
aunque también ocurre hoy día, en la atención proporcionada por empresas prestadoras de servicios y por
compañías de seguros.
La terminación de la relación médico-paciente puede
darse por la falta de colaboración del enfermo o sus
familiares, falta de empatía o incompatibilidad en sus
valores morales, imposibilidad física o técnica del médico
para atender al enfermo, falta de los recursos materiales
y humanos para una adecuada atención, interferencia
de los familiares, persona responsable u otros médicos,
petición explícita del enfermo, familiares o del propio
médico. En la práctica institucional existen limitantes y
circunstancias especiales, especificadas en los contratos
o convenios con empresas o compañías de seguros que
dan por terminada la relación.